Arturo Hernández Mondragón
Fue un trabajo de equipo. Un aprendizaje continuo. Una oportunidad para trabajar mi tolerancia a la frustración. Un trabajo que me permitió desarrollar mi creatividad y sentido de anticipación, en beneficio del Ingeniero. Pero ante todo, fue una bendición, cuidar de el.
Se trata del Ingeniero que me estudiaba con la mirada, que reaccionaba de inmediato ante una situación que le incomodaba, que le desagradaba. Pero también, se trata del ser humano que agradecía con un beso en la mano, con una expresión amable, con una invitación para compartir su alimento.
Se trata del hombre que con valor enfrenta la demencia, que con ánimo sigue de pie y disfruta día a día de las caminatas, que con alegría sigue practicando pasos de baile y cantando ante la mínima provocación.
Se trata del esposo que sigue llamando “amor de mi vida” a la mujer que lo ha acompañado por mas de 60 años.
Gracias Ingeniero, porque me enseñó a hacer pausas tan necesarias, al momento de comunicarme con usted, porque me enseñó trabajar a su ritmo, al momento de sostenerlo, al entrar y salir de la regadera, o al momento de apoyarlo para cambiarle su ropa.
Gracias Ingeniero porque me enseñó a mantenerme alerta aún cuando todo parecía estar en calma, cuando le venían de repente las sensaciones de ahogo.
Muchas gracias Ingeniero, porque me enseñó a no subestimarlo cuando ante mi insistencia para que trabajara su mente siguiendo algunos ejercicios, opuso resistencia y tuve que replantear mi plan de trabajo.
Mi respeto para el Ingeniero Civil que con mucha dedicación y empeño, construyó una carretera en el estado de Chihuahua, reforzó el edificio de la lotería nacional sobre Paseo de la Reforma, entre otras obras.
Mi respeto por el profesor universitario tan orgulloso de haber formado parte de nuestra máxima casa de estudios, la UNAM, porque ante la suspensión de clases, no dudó en apoyar a sus alumnos, dándoles clases en su propia casa.
Mi admiración por la persona que estando de vacaciones en Acapulco, junto con su esposa e hijos, se lanzó al mar para salvar la vida de dos personas.
Muchas gracias Ingeniero, porque después de un proceso largo, no exento de dificultades, me trató y me aceptó como su amigo.